Calla el sonido abstracto
que grita su nombre,
se esconde, se pierde.
Apacigua el canto ajeno
de aquel hombre perturbado.
Lo acaricia y calla,
lo siente y llora.
El sonido grita de nuevo
y aquel hombre responde, lo calma.
Pero él también llora y miente,
también sonríe y sueña
Si el sonido se va,
el hombre llora, lo extraña
y el sonido no habla, no ríe,
no grita.
Si el sonido se queda
y el hombre responde,
congestionan el ambiente de cantos
y sonrisas reales,
sentidas.
Pero no responden
ni el sonido,
ni el hombre.
Se acarician y callan,
se sienten y lloran.